Comenzaré con una frase
tradicional de mis padres, de esas que solo las generaciones anteriores
repetían para dejarle a uno cierta lección. Recuerdo mucho una que decía: “Más
sabe el diablo por viejo que por diablo”.
A veces la gente me pregunta por
qué me “pesco” cosas que nadie más hace. Otras, me dicen que si se trata del
famoso stalkeo o de estar averiguando
lo que no me corresponde. La respuesta a ambas es NO.
Lo que se gana cuando uno después
de vivir toda la vida en función de tratar y trabajar con la gente, después de
haber tenido que construir varias veces la propia historia -cosas que nunca se encuentran
en ningún Alma Mater excepto la de la misma conocida como el día a día-, es el resultado sin
querer de la habilidad en leer lo que no
está escrito, de entender lo que no se dice y de actuar de acuerdo con algo
llamado percepción. Siempre he dicho en
mis discursos de clase que el marketing es 30 por ciento teoría y 70 por ciento
percepción. Sostengo, afirmo y defiendo que no hay un solo libro que nos diga
cómo hacer una estrategia para un caso puntual. En la vida pasa lo mismo. Las
librerías y los foros idiotas de Internet están llenos de eso: de fórmulas
mágicas para desarrollar una estrategia en el nivel que sea.
Pues bien, la estrategia según
este punto de vista yo la denomino percepción. Esa virtud innata que todos los seres
humanos tenemos per se, pero que con el tiempo se va contaminando de
paradigmas, información de un lado y de otro, de modelos insulsos que nos hacen
creer que es más válido lo que diga un gurú, un artículo de un estudio
publicado o un grupo de personas que determinan el rumbo y la historia de
marcas, productos y lastimosamente de personas, es la que debe llevarnos a
sentarnos sobre la realidad y reírnos de ella o mejor aún, aprovecharla a
nuestro favor para avanzar sin deteriorarnos con el paso del tiempo.
Así como en el marketing se hace
más valioso salir a caminar y mirar lo que la gente hace, así como el gerente
del siglo XXI no puede concebir un plan efectivo detrás de un escritorio sin
salir de su burbuja de cristal, así como en la cotidianidad se aprende más en
un bus que un aula de clase, en la vida se aprende con una sencilla actitud que
constituye la más valiosa experiencia y es dejar aflorar y ser a la percepción.
Muchas veces concebimos a la percepción como paranoia o “videarse”, otras veces
justificamos las cosas y nos hacemos los tontos ante una verdad bonita o desastrosa,
pero desatendemos lo que nuestro cuerpo dice ante una circunstancia precisa.
Si
bien la razón debe primar sobre el corazón en algunos casos, no en vano los
alquimistas hicieron lo que hicieron más
por sus corazonadas que por un método científico que en ese entonces no existía
y eso es: percepción.
Debo reconocer que yo misma me he
visto enajenándola. La ventaja es que por fortuna cuando se
pierde el timón hay una milésima de segundo que te permite recobrar el rumbo,
el sentido de lo importante aún cuando el panóptico –como llamo yo a la mirada
y crítica ajena- nos arrebata esa objetividad de por sí provista por la
naturaleza. En un mundo atiborrado de información, de tendencias, de caos y
orden desmesurado –no sé por qué me acordé de la entropía-, ser perceptivos es
una cualidad que se gana con la paciencia, con los bofetones e insultos no de
quien nos dice groserías o palabras obscenas, sino de quien nos agrede
subestimando nuestro alcance de comprender plenamente una circunstancia,
sentimiento o suceso aunque no digamos una palabra al respecto.
No es mi intención ni interés con
este blog llegar a un punto de quiebre que yo misma debato y es el dar una
fórmula precisa para tomar decisiones sean estas empresariales o personales. Lo
que quiero decir en resumen es que la percepción, esa que vuela en cantidades y
libre por el espacio, es la respuesta a las preguntas que día a día nos
hacemos. No es la solución a los dilemas pero sí es el camino para sobrevivir y
enfrentar con gracia lo bueno y lo malo. Yo lo defino en una sencilla frase que
uso todo el tiempo: “mientras los otros piensan que tú vas, en realidad ya
estás de regreso”.