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Soy cotidiana, y eso para mi ya es muy importante. Desde lo común se perciben cosas y situaciones que no son posibles en otros aspectos. Me gusta el marketing, lo ejerzo y lo he llevado hasta las aulas universitarias, las cuales son mi principal complemento para todo lo demás. Los animales son otra de mis pasiones y preocupaciones. El medio ambiente y la vida en sociedad son otros temas también que ocupan mis días. Escribo por gusto no por obligación y afortunadamente encontré un trabajo en el que me pagan por hacerlo.

jueves, 10 de octubre de 2013

REALIDAD, REGRESO, MAS SABE EL DIABLO POR VIEJO

Comenzaré con una frase tradicional de mis padres, de esas que solo las generaciones anteriores repetían para dejarle a uno cierta lección. Recuerdo mucho una que decía: “Más sabe el diablo por viejo que por diablo”.
A veces la gente me pregunta por qué me “pesco” cosas que nadie más hace. Otras, me dicen que si se trata del famoso stalkeo o de estar averiguando lo que no me corresponde. La respuesta a ambas es NO.
Lo que se gana cuando uno después de vivir toda la vida en función de tratar y trabajar con la gente, después de haber tenido que construir varias veces la propia historia -cosas que nunca se encuentran en ningún Alma Mater excepto la de la misma conocida como el día a día-, es el resultado sin querer de la habilidad en leer lo que no está escrito, de entender lo que no se dice y de actuar de acuerdo con algo llamado percepción.  Siempre he dicho en mis discursos de clase que el marketing es 30 por ciento teoría y 70 por ciento percepción. Sostengo, afirmo y defiendo que no hay un solo libro que nos diga cómo hacer una estrategia para un caso puntual. En la vida pasa lo mismo. Las librerías y los foros idiotas de Internet están llenos de eso: de fórmulas mágicas para desarrollar una estrategia en el nivel que sea.
Pues bien, la estrategia según este punto de vista yo la denomino percepción. Esa virtud innata que todos los seres humanos tenemos per se, pero que con el tiempo se va contaminando de paradigmas, información de un lado y de otro, de modelos insulsos que nos hacen creer que es más válido lo que diga un gurú, un artículo de un estudio publicado o un grupo de personas que determinan el rumbo y la historia de marcas, productos y lastimosamente de personas, es la que debe llevarnos a sentarnos sobre la realidad y reírnos de ella o mejor aún, aprovecharla a nuestro favor para avanzar sin deteriorarnos con el paso del tiempo.
Así como en el marketing se hace más valioso salir a caminar y mirar lo que la gente hace, así como el gerente del siglo XXI no puede concebir un plan efectivo detrás de un escritorio sin salir de su burbuja de cristal, así como en la cotidianidad se aprende más en un bus que un aula de clase, en la vida se aprende con una sencilla actitud que constituye la más valiosa experiencia y es dejar aflorar y ser a la percepción. Muchas veces concebimos a la percepción como paranoia o “videarse”, otras veces justificamos las cosas y nos hacemos los tontos ante una verdad bonita o desastrosa, pero desatendemos lo que nuestro cuerpo dice ante una circunstancia precisa. 
Si bien la razón debe primar sobre el corazón en algunos casos, no en vano los alquimistas  hicieron lo que hicieron más por sus corazonadas que por un método científico que en ese entonces no existía y eso es: percepción.
Debo reconocer que yo misma me he visto enajenándola. La ventaja es que por fortuna cuando se pierde el timón hay una milésima de segundo que te permite recobrar el rumbo, el sentido de lo importante aún cuando el panóptico –como llamo yo a la mirada y crítica ajena- nos arrebata esa objetividad de por sí provista por la naturaleza. En un mundo atiborrado de información, de tendencias, de caos y orden desmesurado –no sé por qué me acordé de la entropía-, ser perceptivos es una cualidad que se gana con la paciencia, con los bofetones e insultos no de quien nos dice groserías o palabras obscenas, sino de quien nos agrede subestimando nuestro alcance de comprender plenamente una circunstancia, sentimiento o suceso aunque no digamos una palabra al respecto.

No es mi intención ni interés con este blog llegar a un punto de quiebre que yo misma debato y es el dar una fórmula precisa para tomar decisiones sean estas empresariales o personales. Lo que quiero decir en resumen es que la percepción, esa que vuela en cantidades y libre por el espacio, es la respuesta a las preguntas que día a día nos hacemos. No es la solución a los dilemas pero sí es el camino para sobrevivir y enfrentar con gracia lo bueno y lo malo. Yo lo defino en una sencilla frase que uso todo el tiempo: “mientras los otros piensan que tú vas, en realidad ya estás de regreso”.