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Soy cotidiana, y eso para mi ya es muy importante. Desde lo común se perciben cosas y situaciones que no son posibles en otros aspectos. Me gusta el marketing, lo ejerzo y lo he llevado hasta las aulas universitarias, las cuales son mi principal complemento para todo lo demás. Los animales son otra de mis pasiones y preocupaciones. El medio ambiente y la vida en sociedad son otros temas también que ocupan mis días. Escribo por gusto no por obligación y afortunadamente encontré un trabajo en el que me pagan por hacerlo.

sábado, 14 de abril de 2018

LOS BUENOS MODALES SON EL MEJOR VESTIDO QUE PUEDES LLEVAR

Si existe una cualidad que haga ver hermosa a cualquier persona son los buenos modales y si hay algo que haga ver a alguien feo, que genere repudio y fastidio es precisamente la mala educación. Muchas personas invierten dinero en ropa, maquillaje, perfumes, accesorios, automóviles, celulares costosos y en general lujos que poco o nada sirven si ellos no se esfuerzan o hacen un buen intento por tener un mínimo de buen comportamiento, aclarando que los buenos modales nada tienen que ver con la clase social, el estrato socioeconómico, el nivel de estudios, la edad, la raza o el lugar de procedencia de una persona. Podemos encontrar de todo: personas que han estudiado a un nivel alto y tienen una buena posición social o reconocida, con modales que dejan mucho qué desear, como personas que carecen de recursos y viven en condiciones de pobreza pero con un comportamiento y actitud maravillosas.


Algunas personas creen que tienen el derecho de ser groseros solo por el hecho de tener un cargo o una edad avanzada y eso no es así. El respeto y los buenos modales son transverales a cualquier época de un individuo y más que una obligación moral que no lo es, constituyen una obligación social para la buena convivencia y construcción de contextos sean estos nacionales, urbanos, educativos, familiares, laborales, entre otros.  Considero que un aspecto que ha influido mucho en la carencia de modales que se vive a diario tiene que ver con el hecho de que existen comportamientos que se han vuelto comunes y como he recalcado en otras entradas de mi blog, el que algo sea común no constituye ni la norma ni lo correcto.
Así, encontramos que se ha vuelto común no saludar, no dar las gracias o empujar a las personas para abrirse paso. Común se ha vuelto usar el pito del automóvil para acosar a quien hace un pare o da paso a otro, insultar a una persona que se varó en la vía, ignorar los correos o mensajes de alguien sin una respuesta a una pregunta. Se volvió común ver a la gente en los servicios religiosos, clases, conferencias, almuerzos y citas chateando por el celular o hablando y riéndose a carcajadas en un recinto donde se debe hacer silencio. Se volvió común insultar a las personas en las redes o en otros espacios porque no piensan igual que el otro, invadir con mensajes y cadenas aburridas a los demás en WhatsApp y Facebook. Es común ver a las personas comiendo, maquillándose o con rulos en la cabeza en el transporte público; se volvió común la burla, la indirecta en las redes y así otro tipo de comportamientos que para nada abonan a la imagen personal y por el contrario sí la deterioran.
Entonces vuelvo a lo mismo: que sea común no es indicativo de que sea correcto. La gente no puede dejarse contagiar por esa ausencia de valores imitando comportamientos que están muy lejos de generar oportunidades, porque seamos sinceros: los buenos modales sí que abren puertas, sí que enamoran. Muchas personas se quejan de estar solos, de no ser aceptados, de ser rechazados en un trabajo, en una beca, de no poder conseguir pareja o amigos, de no ser interesantes para un escenario en especial. Sin afirmar que las causas sean siempre por la falta de buenos modales, sería interesante preguntarse si una de estas puede ser precisamente una actitud carente de decencia.
Siempre se ha dicho que los modales se aprenden en casa y esto es cierto. Pero todo lugar y momento son una oportunidad para aprenderlos y ponerlos en práctica pues estos, no son negociables ni relativos. Una persona no puede decir que toma la decisión de tener buenos modales con unas personas y espacios sí y con otros no. Aquí no hay grises, no hay gamas. La actitud decente está presente en todas las circunstancias, con todas las personas y no como dice una señora de la farándula nacional, muy controvertida ella:  que no está en la obligación de saludar a quien le cae mal porque eso es ser hipócrita. La decencia no pelea con nada ni nadie y hay que ser decente incluso con quienes no nos agrada. Saludar no es ser hipócrita. Si va a recibir consejos al respecto, búsquelos en personas que sean un buen ejemplo de educación porque el ser famoso o poderoso no es sinónimo ni de calidad humana ni de buenas costumbres.
Estoy segura que en términos generales todos sabemos qué cosas son las asociadas a los buenos modales y cuáles no. Mi invitación es a no imitar lo que se ha vuelto común. Es tan cotidiano ver la falta de modales ahora que cuando alguien es cortés y tiene un buen comportamiento, esto se vuelve un atractivo fuerte y constituye un gran diferencial, en definitiva el mejor vestido que puede llevar.

sábado, 7 de abril de 2018

EN CUESTIÓN DE MARCA COMO EN LA VIDA ES MEJOR SER QUE APARENTAR

La marca es un concepto del que mucho se habla y poco se aplica. Tanto la web como las librerías están llenas de documentos que la explican, la analizan, tratan de llevarla a un escenario posible de acción, lo cual está bien y es adecuado, el problema está en que empresas y personas la siguen viendo como una práctica que solo se asocia a la imagen y han olvidado que la marca representa mucho más que un logo o una apariencia y más bien se trata de un acto de coherencia: algo así como una secuencia entre lo que se dice, lo que se piensa y lo que se hace.
Indudablemente la marca tiene unos elementos constitutivos que la componen como un nombre, un logotipo, unos colores, en algunos casos personajes, números y emblemas que la complementan, y esto debe ser un trabajo bien desarrollado que atine a generar recordación; pero no podemos ignorar que además de esto, la marca es la representación de una práctica empresarial en la cual los consumidores deben sentirse identificados y deben ver en ella lo que realmente un producto o servicio promete, sumado al hecho de que una marca en sí misma constituye una garantía, un valor de confianza por el cual una persona apuesta cuando la adquiere.  Aún así, vemos casos de productos y empresas cuyas marcas se quedan en la imagen bonita y descuidan aspectos tan vitales como el servicio, el respeto por el mercado, la competencia sana, la responsabilidad social y la reciprocidad que un cliente espera de estas.


Ser recordado por malas prácticas, por escándalos mediáticos, por publicidad engañosa, por calidad deficiente, pareciera que no le importara a muchas empresas y es entonces cuando podemos afirmar que en efecto, estas tienen una marca pero de branding muy poco o nada. Del branding también se habla bastante y entendemos por branding todas aquellas acciones y procesos que ayudan a construir la marca de una forma más profunda, desde la percepción, desde el concepto que forja en consumidores y no consumidores; por eso, marca y branding no son lo mismo pero van de la mano y aunque hay que hacer un trabajo fuerte para construir y posicionar una marca, es el branding el que realmente constituye su esencia.
En otro capítulo hablaré específicamente del branding y con más profundidad, pero al respecto lo que se puede anotar es que va ligado a los procesos, personas, métodos, estrategias y acciones que realmente construyen ese valor de la marca. Así las cosas, no es suficiente con crear una imagen agradable, hay que ser agradable. No es suficiente con hacer una marca fácil de pronunciar y de recordar visual y sonoramente, en este caso una marca es recordable y accesible porque dicho producto, servicio o persona, si fuera la circunstancia, es todo eso en el día a día y los demás lo perciben realmente.
La marca no es un concepto que solo de debe aplicar a productos o servicios, debe ser también asociado a las personas, pues como individuos somos marcas que estamos en un mercado laboral y profesional sin excluir el ámbito privado y de una u otra forma generamos una imagen hacia los demás. Tanto para empresas como para los seres humanos, la proyección de la marca requiere de esfuerzo y trabajo, es decir, no es suficiente con "querer parecer". Yo puedo "querer parecer" inteligente pero esto no se logra con el simple deseo, si ese es mi objetivo hacia los demás para que otros me vean inteligente yo debo estudiar, leer, interactuar con diferentes escenarios, esforzarme por el conocimiento mismo y producir contenidos, argumentos, encuentros donde esto sea evidente. De lo contrario no se podrá lograr.
Igual pasa con un producto que desde la marca quiere darse a conocer por ejemplo como amigable con el medio ambiente. No se trata pues de usar la publicidad o las redes para subir mensajes en pro de la protección animal y la ecología, pero en sus prácticas internas de empresa no se recicla, el producto en sí usa elementos contrarios a esa filosofía y no tiene programas realmente ambientales. Es cuestión de coherencia.
En la salud, en el sector financiero, en los servicios en general por nombrar algunos, encontramos marcas de estas empresas cuyo lema tiene que ver con el sentido humano o la agilidad y vemos cómo en sus mensajes comerciales esta promesa es usada para la venta de su portafolio pero en la práctica, en la cotidianidad, hay un trato displicente con cliente, demoras en los procesos logísticos y de entrega, burocracia. ¿Será entonces que esas marcas verdaderamente están siendo acordes entre lo que piensan, dicen y hacen? Yo no lo creo.
El tema de marca es amplio y de un gran debate sin duda alguna, pero yo resumiría toda esa filosofía y esa gran disertación teórica de esta manera que lo he descrito, está bien tener una buena imagen visual, pero está mejor ser esa gran imagen en la realidad, algo así como es mejor ser que aparentar.