Tras casi dos años y algo más que no
escribía, retorno a mi blog para hablar de un tema importante que puede
enmarcarse dentro del marketing personal y tiene que ver con la reputación, un
tema que se pone de moda pocos años atrás, ya que salen a la luz escándalos
empresariales y de marca, que afectan la imagen de estas, bien sea porque se
les encuentra algún proceso no ético, caso internacional de Volkswagen y Shell
unos años atrás o caso nacional Van
Camps y Doña Gallina más recientes.
Pues bien, voy a tratar de hacer una
analogía simple entre estos dramas que viven las empresas y los que viven las
personas comunes y corrientes en su entorno laboral, académico, familiar y
social, ya que a la hora de hablar de reputación es importante diferenciar que
un asunto es el compromiso y responsabilidad que tiene una compañía y su
portafolio de productos con un mercado, y uno muy diferente es la realidad de
alguien que debe luchar por sus propios medios con el daño que otros propician
a su imagen y a su integridad como persona.
Y es diferente porque marcas como las
mencionadas anteriormente, tienen los medios y los recursos tanto financieros
como mediáticos para defenderse de las acusaciones sean estas ciertas o no;
invierten en campañas de branding, publicidad, relaciones públicas, estrategias
de comunicación, ruedas de prensa, etc, que les permite como mínimo hacerse
escuchar y dejar al libre albedrío del consumidor su credibilidad y prestigio,
sabiendo de antemano que estas dos ya las tienen y es difícil que la pierdan de
buenas a primeras. Nadie niega que dichos problemas no se reflejen en su participación
de mercado o ventas y pasa a menudo que no siempre se afecta mucho este indicador;
pasándome por un momento al producto político, si por mala reputación e imagen
fuera, logradas con actuaciones corruptas, dañinas, comprobadas y ciertas, sus
personajes no obtendrían curules y beneficios extraordinarios. Lo cual
demuestra que existen estrategias de
seducción embusteras que sí funcionan a pesar de la mala reputación.
Por eso mi interés es centrarme, en
el daño que surte en personas sencillas como usted o como yo, sin recursos
millonarios para defenderse de un mal comentario, de un chisme barato, del
antojo viperino de alguien a quien no le cae bien, de la calumnia cotidiana y
el chismorreo “tipo lavadero” para nada exclusivo de las señoras del aseo o de
la cocina como el imaginario colectivo cree, sino que se dan en los entornos
empresariales, académicos y familiares de alta alcurnia y sorprendentemente en
personas que han hecho maestrías, que han sido formadas en universidades
prestigiosas, por citar algo, que de
alguna manera la vida las ha tratado generalmente bien en todo aspecto. No justifico pues que la calumnia y la mala
calaña sean bienvenidas en clases sociales bajas, en ningún entorno debería
suceder, pero no se puede negar que en escenarios donde no se conoce la
urbanidad porque no la enseñaron, en sitios donde falta la comida y el dinero, en
barrios donde se convive arrejuntado con los vecinos, donde la gente tiene
mínimo acceso a la educación, se comprende que sea más factible que pasen estas
cosas.
Nadie se salva del mal influjo que
ejerce una palabra mal dicha o un comentario malintencionado y aquí quiero
dejar dos puntos claves para quién ha sido afectado en su reputación de esta
manera. Comenzaré por decir que mi
motivo es personal y colectivo. Personal porque he sufrido en carne propia este
problema y colectivo, porque trabajo con este tema actualmente en mi campo
laboral. De alguna manera, las empresas han entendido que su reputación no la
hace su publicidad sino las personas que trabajan para ellas y se han
interesado por aprender mucho al respecto. En la consultoría salen a la luz estos
sufrimientos que estacan a una organización, a la sociedad y al ser humano
mismo.
Lo que empiezo por hacer entender a
mis clientes se basa en el principio de oportunidad desde el problema generando
un valor positivo, es decir, cuando usted es víctima de un rumor, de un chisme,
de una mala imagen que otros hacen hacia usted, lo primordial es conservar y potenciar dos cosas: la prudencia y la
autoestima. La prudencia, porque el impulso primario de cualquier ser humano es
defenderse y de cualquier manera. La autoestima, porque es lo primero que se
afecta cuando se sufren acusaciones injustificadas. Para ello me devuelvo al
tema de las marcas famosas para dar a entender mi analogía. Al hablar de
prudencia, podemos ver que algunas empresas y marcas no toman una actitud defensiva
frente a esos chismes pero sí actúan proactivamente y esto es, se enfocan en
fortalecer aquello que evidentemente es bueno en ellas sin tener que dar mayor
explicación a diestra y siniestra, más si lo que se afirma es falso.
Lo anterior se da en un principio
llamado coherencia y esta salta a la vista. Si usted no es un ladrón, si usted
es buen trabajador, si usted es una persona honesta y leal, la estrategia no es
salir desesperadamente a defenderse gritando a los cuatro vientos que usted es
inocente. Por supuesto que en ocasiones hay que recurrir incluso a instancias
legales cuando el perjuicio está contemplado en la ley, pero ya el tiempo le
dará la oportunidad de que la verdad salga a la luz y que los difamadores
queden en descubierto, finalmente quien es íntegro, maduro y profesional no se
deja influenciar tan fácilmente de un simple rumor, no lo olvide.
Con el tema de la autoestima, las
marcas famosas también son un buen ejemplo. Nunca veremos a Coca Cola y Mc
Donalds, por citar algunas, en el plan de súplica de credibilidad y son
empresas objeto de ataques, experimentos, videos virales, cuestionamientos y
demás, enfocados a destruir su reputación.
Aclaro que no trabajo para ellas ni mi intención es desconocer algunas
cosas que en lo personal no comparto, pero lo que quiero resaltar es que estas
por ningún motivo dejan de mostrar su importancia, siempre se las verá con la
frente en alto, liderando cada vez más líneas de productos y expandiéndose
vertiginosamente, ya que saben explotar su nombre y tradición aunque tengan
muchos enemigos. De igual manera usted
deberá hacer lo mismo, usted sabe quién es, usted sabe lo que tiene y cuáles
son sus fortalezas, lo que ha hecho y logrado, y si a eso le suma su verdadera
inocencia, no hay por qué retirarse o minar sus cualidades. Recuerde que
quienes hablan mal de usted generalmente lo hacen porque seguramente usted es un
rival de mucho peso para lo que sea el caso y estos le temen a la ausencia de
brillo propio del que carecen.
Para finalizar por ahora, existen
otras tácticas para sobrellevar el drama de la mala reputación sin un peso en
el bolsillo, que explicaré en otra entrada de este mismo blog. Esta vez comencé
dando algunas pinceladas, quizá las más importantes, porque sé que es un tema que inquieta a muchos
y es necesario hablar abiertamente de ello. Si tiene inquietudes y consultas específicas,
puede contactarme a mi correo luiram@gmail.com