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Soy cotidiana, y eso para mi ya es muy importante. Desde lo común se perciben cosas y situaciones que no son posibles en otros aspectos. Me gusta el marketing, lo ejerzo y lo he llevado hasta las aulas universitarias, las cuales son mi principal complemento para todo lo demás. Los animales son otra de mis pasiones y preocupaciones. El medio ambiente y la vida en sociedad son otros temas también que ocupan mis días. Escribo por gusto no por obligación y afortunadamente encontré un trabajo en el que me pagan por hacerlo.

domingo, 13 de septiembre de 2020

SUPONER ES PERDER





Suponer implica de entrada emitir un juicio basado en el capricho de la razón, jamás en el argumento que resulta de la certeza o la seguridad de un hecho comprobado. Por ello, suponer es perder, porque cuando lo hacemos solo estamos dejando que la imaginación sea quien tome las riendas de un pensamiento, que para este caso no va enfocada a la creatividad sino más bien a una figura mental que por lo general es equivocada, es errada.



Siempre que sacamos conclusiones apresuradas, nos exponemos a llevar a la mente un escenario inexistente que por cierto, también resulta en el hecho de tomar decisiones que pueden afectar el desarrollo de lo que sea: la vida y el marketing no funcionan a partir de lo que “a mi me parece que es así”, funcionan cuando tomo un riesgo que se expresa en lo que es verdadero, no el prejuicio que se alimenta de pensamientos fatuos, egoístas.

Tanto para el trabajo con una marca o producto como para la gestión de relaciones personales, preguntar y hablar siempre serán la vía correcta para tener la certeza de algo. Si yo quiero saber qué es exactamente lo que desea un cliente o qué no, más que hacer una encuesta o disponer de un buzón de sugerencias impersonal, lo mejor siempre será indagar a estos directamente y de frente todo aquello que quiero saber acerca de mi servicio o empresa, quizá tome tiempo y esfuerzo pero vale la pena. 

En el ámbito de las relaciones interpersonales con mayor razón. Hay que dejar a un lado el temor, la vergüenza, la cobardía, de averiguar directamente en el otro qué pasa, qué le disgusta, qué le gusta, qué le sucede, qué quiere o qué no quiere. Así, dejaremos con toda seguridad esa mala costumbre de “montarnos en el bus equivocado”, de esperar lo que nunca va a llegar, de enojarnos cuando no hay motivos, de quedarnos donde no debemos, o por qué no, de arruinar lo que puede ser maravilloso y sabotear el instante solo porque queremos creer que algo es así cuando es todo lo contrario.

Suponer es perder la oportunidad de conocer a otros en su profundidad, es malograr la esencia de alguien sea un mercado de clientes, sea una persona. No dejemos que el prejuicio nos diga las cosas, dejemos que sea la verdad aquella que nos permita actuar, decidir o de cualquier manera callarlo.

Hasta la próxima.


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