Datos personales

Mi foto
Soy cotidiana, y eso para mi ya es muy importante. Desde lo común se perciben cosas y situaciones que no son posibles en otros aspectos. Me gusta el marketing, lo ejerzo y lo he llevado hasta las aulas universitarias, las cuales son mi principal complemento para todo lo demás. Los animales son otra de mis pasiones y preocupaciones. El medio ambiente y la vida en sociedad son otros temas también que ocupan mis días. Escribo por gusto no por obligación y afortunadamente encontré un trabajo en el que me pagan por hacerlo.

miércoles, 12 de agosto de 2020

ES MEJOR INTENTARLO QUE QUEDARSE CON LA DUDA

 

La última vez que vi a María C., fue en su apartamento. Era febrero de 2016 unos meses antes de yo irme a vivir a otra ciudad, y nos encontramos para almorzar como lo habíamos prometido, hablar de nuestras cosas y recordar el tiempo que compartimos trabajando juntas en Relaciones Públicas. Fue mi mentora en este tema y gracias a sus enseñanzas empezó mi pasión por el marketing, y hoy esta entrada va dedicada a su memoria.


Quise comenzar esta vez así para hablar del tema, porque tristemente estamos acostumbrados a dejar asuntos sin resolver por pequeños o grandes que sean y en el momento no comprendemos que si no hacemos las cosas en el instante que es, es muy probable que quizás el “luego” no exista más. Cuando ella y yo nos despedimos ese día, nos prometimos vernos pronto para un café porque quería comentarme sobre un proyecto importante que tenía en mente y del cual quería que yo hiciera parte, pero lo dejamos disolver unos meses entre tanto trabajo y agite de la vida, de tal forma que ese encuentro nunca se dio y no se dará, y me arrepiento no haber estado allí porque a lo mejor, uno nunca sabe, yo pudiera estar contándoles al hacer esta referencia una historia diferente.

Los seres humanos dejamos pasar la oportunidad por la razón que sea, porque estamos ocupados, porque no tenemos tiempo, porque priorizamos egoístamente otras cosas y no somos conscientes que a lo mejor cuando no lo intentamos en el ahora, quizá más adelante ya no se pueda. Tenemos ideas constantes de cómo cambiar el mundo, de cómo transformar nuestra vida, de cómo avanzar en un proyecto y es verdad que en ocasiones lo logramos, pero en otras muchas no, porque nos da miedo, porque nos da pereza, o porque estamos en función de pensar qué dirá la gente.

¡Y qué carajo importa lo que digan o piensen los otros! si al final de todo, quien tendrá que llevar las derrotas o las ganancias es cada uno, no los demás. Muchos negocios se quedan sin nacer, no por falta de creatividad o de oportunidad, sino por falta del impulso para intentarlo. Mucha gente anda infeliz por ahí porque no se atreven a dar un salto al vacío pensando solo en los daños cuando estos ni siquiera se han causado. La primera vez que hice rafting recuerdo que fue en un río de bajada un poco violenta y debo confesarles que siempre le he tenido pavor al agua, más bien respeto, y ese día solo sé que me puse ese chaleco, me aventuré a hacerlo -mi mamá nunca lo supo- y fue algo arriesgado, pero esa experiencia y otras que he tenido, no las cambio porque lo bueno fue que ahí estuve y hacen parte de mis recuerdos.

Creo que a pesar de todo lo que ha pasado en estos meses, las personas no han caído en la cuenta de que la vida está llena de momentos que se viven, porque los que no, sencillamente no hacen parte de ella. En estos días en los cuales la incertidumbre es la reina, deberíamos vivirnos cada uno de estos como si fuera el último, y no, no estoy siendo fatalista, simplemente estoy diciendo que siempre valdrá la pena intentar lo que sea pero más ahora, cuando no sabemos con sinceridad lo que nos depara un mundo en el que te vas a dormir y encuentras muchas cosas diferentes cuando despiertas.

Hoy no me quiero extender mucho en mi escrito, porque creo que he sido clara en lo que he expuesto. Porque los minutos están corriendo acelerados y porque ahora precisamente, me esperan unos sueños que están por ahí pendientes de ser realizados. A todos muchas gracias, les invito a dar ese salto, a subirse a esa rueda que va a mil y la que quizá nos bote al piso y nos deje golpeados o más bien nos dé mucho más de lo que estamos esperando: es muy probable que de cualquier manera, nos podamos bajar de ella con el corazón a mil y felices por haberlo intentado. Y a ti María C. gracias, por enseñarme tanto, siempre me quedaré con esa duda de si querías seguir intentándolo. 

Hasta la próxima.

 

 

No hay comentarios:

Publicar un comentario